15 ene 2012

PARADOJAS IMPERIALES

!Por la Revolución de las Ideas!


El imperio de los Castro, aquel que regenta Fidel por más de dos generaciones,    tiene matices lánguidos en su interior que, sin embargo, se tornan vigorosos y resplandecientes en el exilio.

No todos los exiliados son súbditos del imperio. Y entre los súbditos del imperio, son pocos los que satisfacen  la condición de exiliados. Entre unos y otros, la población es inmensa. Todos, eso sí,  se precian de ser cubanos. Sobre todo cuando se trata de disfrutar de los beneficios y privilegios alcanzados gracias a que Fidel existe. Y para muchos, ojala no muera todavía. Que el Supremo lo mantenga vivo.

Es la suplica cotidiana, la oración diurna y nocturna en el coro del exilio para así mantener tales goces mas largamente. Una justa contraprestación por su prolongado mandato en la isla.  Así seguirían beneficiándose  las familias del exilio en la Isla, que también  reciben  considerables aportes de toda índole y diversa procedencia. 

Donde mayor resplandor alcanza aquellos matices es en el imperio de la ley, de la igualdad, de la libertad, es decir, en los Estados Unidos.  Aquí la institucionalidad  rinde un tributo permanente a los pies de los cubanos, ya sea que estén secos o mojados, limpios o sucios, sin siquiera un examen somero a su condición  de   súbditos del imperio de los Castro o satisfagan requerimiento alguno para arroparlos con el esplendoroso manto del  exilio cubano.

Gracias a aquellas oraciones, Fidel se mantiene vivo. Y gracias a esta circunstancia, el exilio cubano accede, ipso facto, a la residencia legal en los Estados Unidos con todas las prerrogativas inherentes e inmediatamente, en el abrir y cerrar de un calendario, se convierten en ciudadanos americanos,  la nacionalidad más codiciada del mundo.

Así como  hay lánguidos  matices en el interior de la pequeña isla es también lánguida la esperanza de la inmensa comunidad latinoamericana enclavada  en Estados Unidos para acceder a los documentos básicos. No cuenta con las influencias misteriosas de un Fidel capaz de conseguir para ellos, por acción u omisión, las inocultables ventajas del exilio cubano. Constituye la segunda nación de habla hispana más grande del planeta, la que día a día esparce su sudor, vence sus miedos, afronta todo tipo de adversidades y hasta reniega en su paciente lucha por conquistar una porción, aunque sea pequeña,  de los alamares que se les brindan sin recato a los cubanos.

Y estos frecuentemente los dilapidan cuando no es que los tergiversan o  debilitan.

 Ojala  los lideres de esta inmensa nación despierten del influjo misterioso en que han estado sumidos por cuenta de  los mangoneos de Fidel y extiendan los privilegios del exilio cubano y sus familias a toda la infatigable comunidad hispanoamericana. 


LUIS FERNANDO VALENCIA Q.
Columnista
LaTribunacolus
www.latribunacolus.com






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