EL PODER JUDICIAL EN COLOMBIA

!Por la Revolución de las Ideas!

No me asiste otro derecho distinto al de ser habitante del mundo para arremeter contra el  sistema judicial colombiano que ha mostrado siempre su inoperancia para administrar justicia. Corrupta en todos sus estamentos, acomodaticia desde sus orígenes, en virtud de los intereses personalísimos  o acaso partidistas de sus encumbrados gestores intelectuales, hasta los amañados fallos de profesionales indelicados que obran dolosamente mas fácil ante el hecho que racionalmente ante el derecho. 

El caos no es alarmante por nuevo, puesto que es algo inveterado con lo cual convivimos durante generaciones,  pero si lo es en razón de sus insólitas facetas,  inadmisibles irregularidades y profundas carencias.

Es insoslayable el mal ejemplo de sus altos dignatarios dedicados durante largos y preciosos anos a polemizar futilmente con los otros poderes del Estado,  en vez de consagrarse a sus deberes con la majestad propia de sus togas en beneficio de una sociedad que ahora los mira más como personajes arrogantes y sedientos de poder.

 Ya las noticias registran a diario el otorgamiento de casa por cárcel a cualquier delincuente de talla mayor o menor bajo la simple condición de que sea eso, un delincuente o criminal irremediable pero, eso si, con capacidad de pago,   mientras se le niega  el mismo privilegio al  ciudadano común y corriente que, no obstante carecer de antecedentes penales, incurre en alguna falta.
Pero el numen de la imprevisión tiene un rostro adolescente con potencialidades criminales capaces de sumir a Colombia en una situación de proporciones calamitosas,   si tenemos en cuenta sus actuales avances. Los criminales ya no tienen que ir a la cárcel porque la justicia los protege. Así tan sencillo de decirlo como tan difícil de entenderlo. Basta con utilizar a un joven menor de edad  para cometer cualquier delito grave y el delito grave  se decanta como el agua en el baptisterio cuando el párroco de la Iglesia aplica el sacramento del bautismo a un infante.

Es imperativo importar las normas de otras legislaciones que supieron anticiparse a la amenazadora debacle e imponen con severidad las penas que merecen los delitos cometidos por los menores,  juzgándoles como adultos y sometiéndoles a privación de la libertad en cárceles apropiadas  – los Preventorios de antaño, quizá - , mientras cumplan la mayoría de edad y sean trasladados a  cárceles regulares hasta purgar la totalidad de su condena.

Por otro lado, no creo descabellado pensar en soluciones radicales para delincuentes reincidentes en determinados  delitos graves,  tales como  el secuestro, la violación, el asesinato y crímenes de lesa humanidad, entre otros. Seria como dirían mis abuelos tratando de limpiar la casa,  “lo que no sirva pues que no estorbe”. 

Y para los miembros corruptos del poder judicial, sin descuidar los demás estamentos de la institucionalidad, seria deseable castigarlos no como a los delincuentes irremediables de la actual sociedad porque gozarían del privilegio de casa por cárcel, ni como a menores de edad  porque serian Ángeles invisibles a la justicia, sino  como simples ciudadanos sin antecedentes  a quienes hay que aplicarles todo el peso de la ley sin prerrogativa alguna.       

Finalmente el tema del nombramiento del nuevo Fiscal es una obligación, y una reforma a la justicia en general más necesaria aun. Un país como Colombia no puede darse el lujo de tener fiscal General interino solo porque a un grupo de juristas supremos se creen dioses y no nombran a un nuevo Fiscal. Ya es necesaria una política criminal nueva para enfrentar las nuevas modalidades del crimen y sin fiscal es muy complicado hacerlo. No se hasta cuando este Gobierno continuara con el dialogo débil con el poder judicial ya que se hace evidente la necesidad de mas Gobierno y menos sonrisas, propuestas serias en el tema de la justicia las cuales se deben poner en acción ya.

FAN VANQRO
COLUMNISTA
LA TRIBUNACOLUS