Momentos de angustia vivía
Santiago aquel 11 de Septiembre de 1.973 cuando tanques de guerra invadían las
calles, los ruidos de explosiones aturdían los oídos y los aviones como hambrientos
depredadores rodeaban sin tregua el Palacio de la Moneda.
El caos que comenzó con el
bombardeo de tropas fieles a Pinochet contra la estructura gubernamental que
terminaría con la muerte del entonces presidente socialista Salvador derivó con
una dictadura militar que duró dos décadas, así pues el restablecimiento de la
democracia que dio paso a una nueva etapa en la vida de los chilenos, hoy en
día las protestas en torno a medidas que pretende implantar Piñera son el pan
de cada día.
La salida a las calles de
miles de jóvenes para manifestar su desacuerdo frente a las políticas de
reforma a la educación del gobierno, sin lugar a dudas es el resultado de un proceso
en el cambio de mentalidad política y democrática de la sociedad chilena.
Otro ejemplo de ello fueron
los cacerolazos como método de presión contra el régimen de Pinochet, además de
otras protestas de estudiantes hace algún tiempo durante el gobierno de
Bachelet, además de ser uno de los pocos países en el continente que no ha
implantado la reelección para la presidencia.
Actualmente en Chile solo el
25% de la educación es gratuita, mientras que el 75% es propio de los aportes
de los estudiantes, asimismo la educación básica primaria es financiada por el
estado mientras que la secundaria los centros educativos pueden cobrar cuotas y
en las universidades públicas y privadas cobran aranceles.
Es así como Pinochet durante
su gobierno instaura una ley en la que designa la responsabilidad de la
educación al sector privado, convirtiendo esta en un negocio, por tal razón hoy
en día los jóvenes que no tienen la capacidad de costear una carrera
profesional tienen que adquirir créditos estatales en el caso de la universidad
pública y bancarios en el caso de la privada.
De esta forma Piñera sigue
en jaque ante la presión de la multitud juvenil que sigue exigiendo reformas a
la educación, y que no da un paso atrás al exigir sus derechos, sin lugar a
dudas un ejemplo de lucha para toda América Latina.
El proceso político y social
que ha tenido el pueblo chileno es particular y distinto al de otros países,
las nuevas generaciones ya no tienen miedo al poder estatal y en masa se
conjugan en un solo clamor de justicia.
Hoy acudiendo a la memoria
ya son 38 años de la muerte de Salvador Allende, un atentado contra la
democracia, una dictadura que desencadenó en miles de muertos y desaparecidos,
pero que ha servido para un cambio en la conciencia de Chile.
“Ser joven y no ser
revolucionario es una contradicción hasta biológica”, Salvador Allende.
Por Geovanny Orjuela
Columnista
LaTribunacolus
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