DON FACUNDO CABRAL
Los amigos del arte tenemos hoy el corazón hirsuto y abatido el alma porque los
insensibles que pueblan el planeta acaban de cercenar la voz de la única
persona capaz de poner letra y música a los deseos de paz que subyacen en el espíritu humano.
Aunque las lágrimas poblaron mis ojos y la desazón se apodero del ánimo,
pude lanzar al carajo un grito de dolor y al mundo latinoamericano una mirada triste llena de estupor y de cuestión.
Pero las preguntas que haga ya se que
quedaran sin respuesta.
Así como no habrá alguien “noble” capaz de responder ante este crimen,
tampoco habrá alguien “innoble” dispuesto a revelar la autoria intelectual del mismo.
Porque es palmaria la evidencia de que no eran unos simples delincuentes callejeros quienes acribillaron al artista y
su representante.

Pero si deseo que se escuchen
persistentes las canciones hasta que se perpetúen sus enseñanzas en el sagrario
intimo de la cordura y la serenidad..
.
Muchas similitudes en su vida y en su obra me mueven, sin embargo, a
hacer abstracción de cualesquiera de las hipocresías religiosas sobrevinientes
del Maestro.
Sus doctrinas cursan el cauce del mismo rio que baña a la humanidad sin
detenerse en ningún recodo de las bajas pasiones. Las canciones de Don Facundo son como el gran
velero que nos permitirá navegar por ese ancho y largo rio de aguas diamantinas
que desemboca en el océano de la paz.
“Cuando un amigo se va
queda un tizón encendido…”
LUIS FERNANDO VALENCIA
Columnista
LaTribunacolus
Miami, Julio 9 de 2011
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